jueves, 28 de mayo de 2009

Tratado del Pilar


En la batalla de Cepeda y con el posterior tratado del Pilar “las montoneras del litoral aventaron tanto la constitución unitaria de 1819 como los conatos de implantar una monarquía, fijando para siempre el destino democrático de la Argentina”.
Arturo Sampay

Ser federal significaba sostener la independencia de la nación ante las potencias extranjeras, apoyar a su gobierno legítimo, sostener a la federación (es decir a las provincias que habían firmado los pactos federales) y bregar por la igualdad social (en la ropa, en el trato y en el acceso a la justicia)
Ricardo Salvatore


El tratado del Pilar fue el primer acuerdo a través del cual se sentaron las bases de nuestro sistema federal de gobierno consagrado en la Constitución Nacional.
Se firmó el 23 de febrero de 1820 en la antigua capilla dedicada desde 1729 a Nuestra Señora del Pilar en las cercanías de la actual ruta 8 en su cruce con el río Luján (hoy Pilar Viejo) Fueron sus signatarios los gobernadores Manuel de Sarratea, de Buenos Aires, Estanislao López, el patriarca de Santa Fe y Francisco Ramirez, el supremo de Entre Ríos.
El pacto reconocía a las provincias autónomas -aceptando el concepto de federalismo- pero a la vez las consideraba parte integrante de la nación y las obligaba a enviar diputados a un congreso general con la intención de promover un nuevo gobierno central. El pacto afirma y sostiene la pacificación interna y atiende las posibles amenazas extranjeras, comprometiendo a las provincias a la ayuda recíproca ente un caso de peligro. También se garantizaba la libre navegación de los ríos terminando así con la exclusividad comercial del puerto de Buenos Aires que se había impuesto desde hacía varios años por la fuerza de la flota porteña y que estaba condenando a la inactividad y a la miseria a los puertos litorales.
Se hablaba por esos días de “la paz y la armonía general que el tratado convenido en los pagos del Pilar traería a las provincias en federación”.
Lamentablemente siguió un período en la que los intereses políticos y económicos de unos pocos primaron sobre el sentir popular y se logró postergar por unos años la tan ansiada unión nacional. Los representantes del pensamiento centralista se dieron a la tarea de anarquizar todo, imponiendo fórmulas importadas que se equipararon engañosamente con “lo civilizado”, enfrentándolas culturalmente con el federalismo provincial consustanciado con lo criollo y con las tradiciones
hispánicas.

La organización nacional empieza con el supremo entrerriano y el apoyo de M. Carrera a través del Tratado del Pilar y le pone su punto final otro entrerriano (Justo J.. de Urquiza) con el Pacto de San Nicolás. Su consecuencia será la Constitución Nacional, donde quedó plasmado en el preámbulo aquello de “en cumplimiento de los pactos pre existentes… la forma representativa, republicana y federal…”
Tengamos entonces orgullo del Tratado del Pilar, que no quedó en deuda con nadie.
José Sanchez

-------------------------------- Pilar, cuna del federalismo -----------------------------

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